Monday, February 26, 2018

El congreso de Viena


Antecedentes y motivaciones
El período comprendido entre 1815 y 1830 se denomina la Europa de la restauración. Con esta expresión se alude a la época subsiguiente a la derrota de Napoleón I, al intento de vuelta atrás de los vencedores y a los movimientos de oposición que se desarrollaron contra el nuevo sistema.
• La derrota de Napoleón I
El 19 de octubre de 1813 la derrota de las tropas francesas en Leipzig marcó un cambio de tendencia en el desarrollo de la política europea. En mayo de 1814, los aliados contra Napoleón I entraron en París. El emperador abdicó y se retiró a la isla de Elba.
La derrota de Napoleón I se entendió en las cancillerías europeas como la derrota de los principios de la revolución francesa. Por ello, se persiguió no sólo la recomposición del mapa europeo modificado por el ejército francés, sino también una vuelta a la realidad del Antiguo Régimen.
• Justificaciones ideológicas
La justificación ideológica de las actuaciones de la restauración tiene su origen en las obras de autores como Novalis, Joseph de Maistre o Edmund Burke, opositores sistemáticos de los principios de la revolución francesa. A las nociones ilustradas de progreso, razón, tolerancia, se opusieron las de tradición, autoridad, espiritualismo. A ello se unían los ideales del romanticismo en su vertiente más conservadora y sus intentos de recuperación del pasado medieval, en el que se practicaba la alianza entre el Imperio y el papado.
El congreso de Viena, por Jean-Baptiste Isabel (1819), con los representantes de las potencias firmantes del tratado de París (1814).
A los principios del nacionalismo y del liberalismo se opusieron los de legitimidad y absolutismo. El principio de legitimidad defendía que solamente podían considerarse soberanos legítimos aquellos a quienes correspondía el trono por herencia, es decir, por designio divino. Independientemente de su nacionalidad, el rey recibía su poder de Dios y no por delegación de los ciudadanos. Por ello su poder se consideraba absoluto, lo cual suponía un rechazo a cualquier idea de constitución. En todo caso, el monarca podría conceder a su voluntad una Carta Otorgada, comprometiéndose a gobernar a sus súbditos conforme a determinadas reglas, sin que por ello tuviera que reconocer la soberanía nacional.
Junto a los principios de legitimidad y absolutismo se pretendía también alcanzar un equilibrio entre los poderes de las potencias. Se trataba de una idea de inspiración británica, que durante el s. XVIII había buscado el equilibrio de poderes en el continente para mantener su supremacía marítima. La expansión territorial de la Francia revolucionaria e imperial había roto este equilibrio que entonces se pretendía recuperar.
El congreso de las potencias vencedoras
En 1814 y 1815, las potencias vencedoras, Austria, Prusia, Rusia y el Reino Unido, se reunieron con Francia para acordar los términos de la paz y decidir el nuevo trazado de fronteras. La paz de París restauró en el trono francés a los Borbones en la persona de Luis XVIII. El monarca francés adoptó una posición de fuerza, pese a representar al vencido, y se negó a asumir las solicitudes de reparaciones financieras de guerra realizadas por el Reino Unido y Prusia, y además consiguió que su país conservara los límites territoriales que había alcanzado en enero de 1792.
Las potencias vencedoras pretendían devolver la estabilidad al continente, de modo que renunciaron a practicar una política de presión excesiva sobre Francia, y acordaron la convocatoria de un congreso en la capital austriaca, donde se debatiría el nuevo orden político y territorial de Europa con la finalidad de impedir que una sola potencia llegara a alcanzar un predominio excesivo sobre las demás.
• Los representantes de las potencias
La reunión se inició en octubre de 1814 y se prolongó hasta la firma del acta final el 8 de junio de 1815.
Rusia, representada por el conde Von Nesselrode y en ocasiones por el propio zar Alejandro I, preocupaba al resto de las potencias, dada su superioridad en el continente. El Reino Unido basaba su fuerza en su flota, pero en tierra no podría contener, por sí sola, un ataque ruso. Por otra parte, el hundimiento de los ejércitos prusianos y austriacos ante Napoleón I había puesto en evidencia la fragilidad de las potencias centrales. Se imponía la necesidad, por lo tanto, de adoptar una política de equilibrios que garantizara la estabilidad en Europa.
Frontispicio de la actas del congreso de Viena
Alejandro I aspiraba a asegurarse tres zonas de expansión: Siberia al este, Polonia al oeste y los Balcanes en el sur, desde donde pretendía conseguir el ansiado acceso al mar Mediterráneo.
Austria estuvo representada por el príncipe Metternich-Winneburg, verdadero protagonista del congreso, hasta el punto de que el sistema que salió de Viena se conoce también como sistema Metternich. Sus aspiraciones fundamentales se dirigían hacia los Balcanes, donde chocaba con los intereses de Rusia.
El Reino Unido envió al vizconde de Castlereagh como delegado. Su preocupación era asegurar el equilibrio tanto político como económico en el continente. Ello le permitiría aumentar sus mercados exteriores a partir del control de determinados puntos en el Mediterráneo que asegurasen la comunicación con sus colonias.
Prusia, representada por el príncipe Von Hardenberg, no tuvo un especial protagonismo. Sin embargo, Francia, a través de Charles Maurice de Talleyrand-Périgord, se presentó como una nueva nación restaurada con la reposición en el trono de Luis XVIII.
• El nuevo mapa europeo
Finalmente, los intereses por poner freno a una posible nueva expansión francesa, la necesidad de articular un equilibrio en el continente y mantener la paz dieron como resultado varias modificaciones territoriales.
En torno a Francia se dispuso una serie de estados-tapón con la misión de contener futuros intentos expansivos. De norte a sur, estos estados fueron el Reino de los Países Bajos, formado por los Países Bajos austriacos y las Provincias Unidas; la Prusia ampliada hasta las fronteras francesas con la anexión de Renania; la Confederación Helvética, a la que se reconocía el estatus de país neutral, y el Reino de Cerdeña-Piamonte.
La Europa del congreso de Viena (1815). Los territorios del Imperio napoleónico fueron redistribuidos entre los países vencedores, que reinstauraron las dinastías y las fronteras que habían sido alteradas por las guerras napoleónicas.
Los 39 estados alemanes, que habían caído bajo la órbita de Napoleón I, pasaron a formar la Confederación Germánica, en la que Prusia y Austria asumían un papel predominante.
Rusia obtenía Finlandia, antigua posesión sueca, Besarabia, anteriormente turca, y el Reino de Polonia. Suecia perdía Finlandia pero era compensada con Noruega. De esta manera se pretendía evitar que un solo país, Dinamarca, tuviera el control de los accesos al Báltico.
Austria recibía el norte de la península italiana, el Reino Lombardo-Véneto, la influencia sobre Parma, Módena y Toscana y ganaba una salida al Mediterráneo al incorporar las Provincias Ilirias.
El Reino Unido conseguía las islas de Heligoland, Malta y las Jónicas, además de mantener Gibraltar, con lo que aseguraba su hegemonía en el Mediterráneo. Fuera de Europa obtenía El Cabo y Ceilán, en la ruta hacia las Indias, y reforzaba sus posiciones en las Antillas.
En la península italiana, los Estados Pontificios abarcaban el centro de la península y los Borbones recuperaban el Reino de Nápoles y Sicilia.
El nuevo mapa europeo se articulaba en torno a tres grandes estados multinacionales que integraban diversas nacionalidades: el Imperio austriaco, que albergaba a húngaros, italianos, croatas, rumanos, checos y eslovacos; el Imperio ruso, que incluía población polaca, finesa y lituana, entre otras, y el Imperio turco, que integraba a albaneses, griegos, macedonios, serbios, rumanos y búlgaros.
Por otra parte, dos nacionalidades tenían una articulación multiestatal: la Confederación Germánica, integrada por 39 estados que se reunían en la Dieta o Parlamento, e Italia, fragmentada en zonas de influencia de otras potencias y en pequeños estados independientes entre sí.
Consecuencias del congreso de Viena
Las disposiciones del congreso de Viena, además de reorganizar el mapa político europeo, trataban de establecer las normas que rigieran las relaciones internacionales. Sin embargo, el sistema que se arbitró para solucionar los conflictos entre potencias comenzaría a desestabilizarse ya a partir de la década de 1820.
• Problemas de orden territorial
La reordenación de fronteras creó nuevas rivalidades entre las potencias. El Reino Unido y Rusia aparecieron como potencias hegemónicas. Austria y Rusia iniciaron su rivalidad por el dominio del espacio balcánico. Y entre Prusia y Austria surgió la pugna por dominar los principados alemanes.
Por otra parte, algunas nacionalidades quedaban unidas en un espacio político común, mientras otras permanecían sometidas a países vecinos: Irlanda al Reino Unido, Polonia a Rusia, Noruega a Suecia.
• La Santa Alianza
El zar Alejandro I propuso la creación de un organismo internacional que garantizase el mantenimiento de los principios absolutistas y permitiese reprimir cualquier intento de alterar el nuevo orden establecido. Se constituyó así la Santa Alianza, firmada por el zar ruso, los emperadores de Prusia y Austria y, posteriormente, otros monarcas. Sólo el Reino Unido se mantuvo al margen.
Con el impulso del canciller austriaco Metternich-Winneburg, las potencias de la Santa Alianza abrían la puerta a la intervención militar en cualquier país contra movimientos liberales y revolucionarios en auxilio de los monarcas absolutos.
Por ello, el Parlamento británico rechazó su adhesión, lo que convertía al Reino Unido en el único país donde encontraban cobijo las ideas liberales.
Por su parte, el Reino Unido propuso un nuevo pacto, la Cuádruple Alianza, establecida con Prusia, Rusia y Austria, que, en principio, tenía como objetivo anular posibles intentos expansionistas por parte de Francia.
• La Europa de los congresos
El sistema ideado por Metternich-Winneburg preveía la celebración periódica de conferencias destinadas al mantenimiento de la paz y al reforzamiento de los principios comunes de las potencias de la restauración.
Los congresos, que se desarrollaron entre 1818 y 1822, discutían las medidas que se habían de tomar frente a movimientos de carácter liberal o nacionalista. Los principales fueron el congreso de Aquisgrán (1818), de Troppau (1820), de Laibach (1821) y de Verona (1822).
A pesar de ello, la Europa de los congresos no terminaría de consolidarse. La imposición arbitraria de fronteras y de soberanos sobre diversos pueblos desembocó en un auge del nacionalismo que, unido al reforzamiento de las ideas liberales, llevarían a los movimientos revolucionarios de 1830 y 1848.

1 comment:

  1. ¿
    Y el asesinado del czar,
    Y la revolución bolchevique,
    Y la familia Rothschild,
    Y la preparación de guerra 1914/1918 + 1939/1945,?ç
    ????

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