Sunday, February 25, 2018

La independencia de los Estados Unidos


La primera revolución liberal
La independencia de Estados Unidos constituyó el primer episodio de la llamada era de las revoluciones (último cuarto del s. XVIII y primera mitad del s. XIX), durante la cual se fraguó la estructura política de las sociedades occidentales contemporáneas y tuvieron lugar las denominadas revoluciones burguesas o liberales, cuyo paradigma fue la revolución francesa (1789-1799).

George Washington lideró el proyecto para elaborar una constitución unitaria para las Trece Colonias y se convirtió, en 1788, en el primer presidente de Estados Unidos. Retrato de G. Washington (1796), por G. Perovani (Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid, España).
Como resultado de la independencia, en Estados Unidos se formó un estado liberal, con una Constitución que reconocía los derechos de los ciudadanos, un sistema representativo parlamentario y una estricta división de poderes. Sin embargo, la revolución estadounidense se produjo en un contexto geográfico e histórico muy particular, debido a la situación colonial del país. En Estados Unidos no hubo un enfrentamiento entre burguesía y nobleza, ya que esta última era casi inexistente. El enfrentamiento no fue social, sino político y militar (entre los colonos y el ejército británico). Por ello, la resolución del conflicto no tuvo repercusiones similares a las que se darían posteriormente en Europa (como, por ejemplo, la redistribución de las propiedades agrarias o la pérdida de influencia de la Iglesia). Desde este punto de vista, puede decirse que la revolución de Estados Unidos fue la más política de las revoluciones liberales, ya que sus dos consecuencias principales fueron de caracter estrictamente político: la independencia del país y la creación de un estado republicano y liberal.
El progresivo enfrentamientoentre las colonias y Gran Bretaña
A lo largo del s. XVIII, Gran Bretaña se impuso a Francia como potencia colonial hegemónica en la zona oriental de América del Norte. Los británicos consiguieron, en un primer momento, rechazar los intentos de expansión de Francia y, posteriormente, se anexionaron las colonias francesas del subcontinente.
Alejada la amenaza francesa, los colonos británicos se enfrentaron progresivamente con la metrópoli, que intentó sin éxito frenar la creciente autonomía económica y política de la sociedad colonial.
• El choque entre Francia y Gran Bretaña en América del Norte
La guerra de Sucesión española (1701-1714) enfrentó a dos grandes coaliciones europeas lideradas por Gran Bretaña y Francia. El principal escenario bélico fue Europa, pero sus consecuencias fueron decisivas para América del Norte. Al final del conflicto, en el tratado de Utrecht (1713) Francia renunció a sus aspiraciones sobre la bahía de Hudson y Terranova, y entregó Acadia (rebautizada como Nueva Escocia) a los británicos. Los colonos franceses quedaron confinados en el valle del río San Lorenzo y en las islas de la desembocadura del río y rodeados por extensos territorios británicos.
A partir del reinado de Enrique IV, Francia comenzó a colonizar territorios de América del Norte. Bastión de la Carolina (s. XVI), grabado coloreado de Théodore de Bry, de la obra de René Laudonnière Brevis narratio eorum quae in Floridae (Servicio Histórico de la Marina, París, Francia).
A partir de 1713, el objetivo principal de la política francesa en América del Norte fue la ruptura del cerco británico y la penetración hacia el interior del continente, intentando bloquear una posible expansión de las colonias británicas hacia la cuenca del Mississippi. Según el proyecto francés, los colonos británicos debían quedar atrapados entre el océano Atlántico y una cadena de fortificaciones militares franceses que se extenderían de forma ininterrumpida desde la desembocadura del San Lorenzo hasta la del Mississippi.
Los dos elementos clave de esta gigantesca operación de cerco continental fueron la fundación de Nueva Orleans y la ocupación del valle del río Ohio. Nueva Orleans, situada en la desembocadura del Mississippi en el golfo de México, permitiría controlar la gigantesca red fluvial formada por este río y sus principales afluentes, el Missouri y el Ohio.
• Los incidentes de Ohio
El valle del río Ohio se convirtió en el punto neurálgico de la rivalidad franco-británica durante muchas décadas. Los franceses contaban con dos colonias en América del Norte: Quebec (en el valle del San Lorenzo) y Louisiana (que ocupaba buena parte del tramo final del Mississippi). El camino más corto entre ambas era el río Ohio, por lo que el control de su cuenca permitiría unir las dos grandes colonias francesas en un único y vasto territorio continental, con lo que se completaría el cerco sobre las colonias británicas situadas entre el océano Atlántico y los montes Apalaches.
Por el contrario, desde el punto de vista de los colonos británicos de América del Norte, el valle del Ohio constituía el punto más débil del cerco continental francés. Cuando los franceses intentaron consolidar su posición en esta zona con la construcción de Fort Duquesne (1754), los colonos angloamericanos vieron confirmados sus temores de quedar definitivamente rodeados por el ejército francés. La situación resultaba insostenible. Al año siguiente, los británicos intentaron romper el cerco. Una columna de colonos británicos, liderados por Edward Braddock, fracasó al intentar tomar Fort Duquesne, pero consiguió ocupar el puerto de Louisburg, en la desembocadura del San Lorenzo.
Finalmente, los "incidentes de Ohio" terminaron con la devolución de este estratégico puerto a los franceses. Éstos habían demostrado la eficacia de sus fuertes, defendidos por tropas regulares, pero los británicos contaban con el control de los océanos y la enorme superioridad demográfica de sus colonos americanos.
• La guerra de los Siete Años en América del Norte
A partir de 1757, en el curso de la guerra de los Siete Años (1756-1763), la flota británica bloqueó los puertos franceses, por lo que Francia fue incapaz de mantener su esfuerzo bélico en ultramar. Privadas de refuerzos, dinero y suministros, las colonias francesas en la India, África, el Caribe y América del Norte fueron cayendo en manos británicas.
En América del Norte, los británicos ocuparon Fort Duquesne (1758), Quebec (1759) y Montreal (1760). En sólo tres años, las tropas francesas habían sido expulsadas del valle del San Lorenzo y de la parte superior del Ohio, y buena parte de la línea de fuertes había desaparecido.
En estas circunstancias, con el conflicto prácticamente decidido, España entró en guerra en 1762, al lado de Francia y contra Gran Bretaña. Esta intervención tuvo como consecuencia que en la paz de París de 1763, que puso fin a la guerra de los Siete Años, España perdiera Florida que pasó a manos de los británicos.
Una de las causas que llevaron al estallido de la revolución fue la competencia que intentaba hacer la Compañía inglesa de las Indias Orientales a los importantes de té americanos. Muchas ciudades iniciaron acciones de protesta. Los bostonianos pagando al recaudador de impuestos (1774), grabado atribuido a P. Dawe (Biblioteca John Carter Brown, Brown University, Providence, Estados Unidos).
Según las cláusulas del tratado, los franceses tuvieron que entregar sus territorios en Canadá y la mitad oriental de Louisiana (entre los Apalaches y el Mississippi) a los británicos y la mitad occidental de Louisiana (al oeste del Mississippi) a los españoles, para compensarles por la pérdida de Florida. Francia había sido expulsada definitivamente de América del Norte.
Los colonos americanos se vieron así liberados de la amenaza francesa, pero, paradójicamente, este mismo hecho los alejó de Gran Bretaña. La presencia de tropas y funcionarios británicos ya no les resultaba imprescindible y, tal vez por esta misma razón, se les hizo más difícil de soportar. La monarquía y los colonos americanos no estaban de acuerdo sobre cómo debían administrarse los nuevos territorios. Una de las medidas más polémicas fue la decisión de Londres de considerar Louisiana como un territorio imperial, en el que no podrían asentarse colonos procedentes de las trece colonias atlánticas.
• La expansión territorial y demográfica de las colonias
Después de los éxitos obtenidos en América del Norte con el tratado de Utrecht (1713), los británicos habían establecido los fundamentos de su hegemonía en el subcontinente. Entre 1713 y 1755 ocuparon la mayor parte de las tierras situadas entre el litoral atlántico y los montes Apalaches. Esta expansión fue impulsada por las altas tasas de natalidad de los colonos americanos y por la llegada continua de inmigrantes procedentes de Gran Bretaña y Alemania. Entre 1713 y el inicio de la guerra de Independencia, la población se había multiplicado por cuatro. Los blancos habían pasado de 500.000 a 2 millones de habitantes y los esclavos negros de 75.000 a 300.000.
La economía colonial, basada en la agricultura y en la ganadería, experimentaba una prosperidad creciente gracias a la fertilidad del suelo, al clima favorable y a la laboriosidad de los inmigrantes. Existía ya a mediados del s. XVIII un claro contraste entre las colonias del sur y las del norte por lo que respecta a la estructura de la propiedad agraria y al tipo de cultivos. En el sur predominaba la gran propiedad, dedicada sobre todo a plantaciones de algodón y caña de azúcar, con una mano de obra formada por esclavos negros. En el norte abundaban las pequeñas y medianas explotaciones familiares, con cultivos muy variados (cereales, patatas, forrajes, etc.), y un sector ganadero muy próspero, sobre todo en las colonias más septentrionales.
Los gobiernos británicos no fueron conscientes de las consecuencias que comportaba la maduración de la personalidad propia de la sociedad norteamericana. Por ello, no supieron adaptar su política colonial a la nueva realidad. Al iniciarse el último cuarto del s. XVIII, la prepotencia de las autoridades británicas y una larga serie de errores, sobre todo en materia económica y fiscal, fueron el detonante para el estallido final de un enfrentamiento aparentemente repentino entre las colonias y la metrópoli, pero que, de hecho, se venía fraguando desde hacía tiempo.
La guerra de Independencia
La creciente tensión entre los colonos y la administración británica podía estallar en cualquier momento. El "motín del té", magnificado por una dura represión británica, unió a los colonos contra el dominio británico. El conflicto se convirtió poco a poco en una guerra abierta, cuyos resultados finales colmaron las expectativas de los sectores independentistas más radicales.
• El "motín del té" y el inicio de la guerra
La Compañía de las Indias Orientales obtuvo del Gobierno británico el monopolio de la venta de té en las colonias de América. Para los colonos, la decisión de Londres era inaceptable, por lo cual se inició un boicot contra este producto.
El 5 de marzo de 1770 tuvieron lugar los acontecimientos conocidos como la matanza de Boston, en la que cinco colonos americanos fueron muertos por las tropas británicas. La masacre de Boston (ca. 1770), grabado coloreado de Paul Revere (Museo de Arte de Worcester, Massachusetts, Estados Unidos).
El 16 de diciembre de 1773 varios colonos dirigidos por Samuel Adams se disfrazaron de indios, asaltaron tres barcos británicos en Boston y arrojaron parte del cargamento al mar. La represión británica no se hizo esperar. En 1774, el Gobierno y el Parlamento de Londres promulgaron las Coercive Acts (bautizadas por los norteamericanos leyes intolerables), en virtud de las cuales el puerto de Boston fue cerrado, las autoridades locales de Massachusetts fueron sustituidas, y esta colonia quedó militarizada.
Los británicos enviaron setecientos soldados a la aldea de Concord, para confiscar unas armas que pertenecían a patriotas americanos. Éstos intentaron detener el avance británico en el pequeño pueblo de Lexington, pero fueron derrotados; allí murieron los ocho primeros patriotas de la guerra de Independencia norteamericana (19 de abril de 1775).
La columna británica llegó sin mayores dificultades hasta Concord, donde destruyó los almacenes de los patriotas, pero, al intentar regresar a Boston, la "retirada de Concord" se convirtió en un calvario, ya que los soldados eran atacados continuamente por colonos emboscados a lo largo del camino. Los británicos sufrieron unas 250 bajas, víctimas de los fusiles largos de los colonos, muy precisos a larga distancia.
Días después, éstos ocuparon el fuerte de Ticonderoga (10 de mayo de 1775), donde se apoderaron de un importante arsenal. Los incidentes de Boston habían pasado a ser una guerra abierta. Un mes más tarde, el 14 de junio, las milicias de Massachusetts que sitiaban Boston se convirtieron oficialmente en el Ejército Continental. Éste, compuesto por unos 1.500 colonos que defendían la colina de Bunker Hill (en las afueras de Boston), sufrió el ataque de 2.400 soldados profesionales británicos. Finalmente, los colonos abandonaron la colina, pero habían causado más de 1.000 bajas entre los asaltantes (17 de junio de 1775). En marzo de 1776, el general George Washington ocupó Boston, previamente abandonada por el general británico William Howe.
• La Declaración de Independencia
Los insurgentes disponían de un número reducido de hombres, de oficiales y de armas, pero pudieron mantenerse firmes ante las tropas británicas, que entonces aún contaban con el apoyo de una parte muy significativa de la población americana.
La Declaración de Independencia de Estados Unidos, que liberaba las colonias de cualquier compromiso oficial con la Corona británica, fue redactada, en la convención de Filadelfia, por Thomas Jefferson (Virginia), Roger Sherman (Connecticut), Benjamín Franklin (Pennsylvania), Robert Livingston (Nueva York) y John Adams (Massachussets). La Declaración de Independencia de los Estados Unidos el 4 de julio de 1776, de John Trumbull (Galería de Arte de la Universidad de Yale, New Haven, Estados Unidos).
Quince meses más tarde, el 4 de julio de 1776, los líderes separatistas proclamaron la Declaración de Independencia, inspirada en los principios de la Ilustración. Por primera vez en la historia de la humanidad se reconocían por escrito los derechos de los ciudadanos y el principio de soberanía nacional: "Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad."
• El desarrollo de la guerra: la internacionalización del conflicto
En 1775 y 1776, los generales independentistas Richard Montgomery y Benedict Arnold intentaron sin éxito expulsar a los británicos de Canadá. A pesar de ello, obligaron a una parte considerable del ejército británico a mantenerse en este territorio, sin poder actuar en las colonias centrales de los futuros Estados Unidos.
En diciembre de 1775, el Gobierno de Jorge III había declarado rebeldes a los habitantes de las trece colonias y había prohibido cualquier relación con ellos. Tras abandonar Massachusetts, el ejército británico centró sus esfuerzos en las colonias de Nueva York, Nueva Jersey y Pennsylvania. El 27 de agosto de 1776 los independentistas fueron derrotados en la batalla de Long Island, cerca de Nueva York. La persecución contra los independentistas fue implacable, pero varios miles, bajo el mando de Washington, consiguieron refugiarse en Pennsylvania.
El Gobierno británico aprovechó su enorme superioridad militar para mostrarse generoso y ofreció un perdón general a todos los rebeldes que juraran fidelidad al rey Jorge III. Las filas de los independentistas disminuyeron rápidamente, pero Washington mantuvo un pequeño ejército de apenas 4.000 hombres en pie de guerra, aunque éstos contaban con el apoyo de numerosos grupos guerrilleros. Los milicianos se movían sin cesar y disputaban el territorio a los británicos, que se veían obligados a diseminarse en pequeñas guarniciones para garantizar el dominio de las zonas rurales. Las guarniciones británicas, demasiado pequeñas, fueron cayendo en manos de las tropas regulares de Washington, que ocuparon los fuertes de Trenton (26 de diciembre de 1776) y Princeton (3 de enero de 1777).
Guerra de la Independencia de Estados Unidos. La mala política llevada a cabo por la Corona británica en sus colonias fue el desencadenante de toda una serie de motines y revueltas que condujeron a la guerra, cuya resolución final dio origen a la fundación de Estados Unidos de América.
A partir de este momento, los británicos se vieron obligados a abandonar diversos fuertes y a concentrar sus tropas en plazas de mayores dimensiones, dejando la mayor parte del territorio en manos de las milicias independentistas. Sin embargo, en terreno abierto el ejército regular británico continuaba siendo imbatible, como evidenció la ocupación de Filadelfia (27 de septiembre). El general Howe decidió crear una línea defensiva que separara a las colonias independentistas de Nueva Inglaterra de las colonias "moderadas" del centro y del sur. Este plan hacía necesario que un ejército encabezado por el general John Burgoyne bajara desde Canadá a lo largo del valle del río Hudson y se uniera a los soldados de Howe en las cercanías de Nueva York.
Las tropas de Burgoyne fueron acosadas sistemáticamente por las milicias independentistas y, finalmente, se vieron rodeadas por las tropas de los generales americanos Horatio Gates y Arnold. La rendición de Burgoyne y de sus 7.000 soldados (Saratoga, 17 de octubre de 1777) resultó decisiva para el curso de la guerra, ya que determinó que los franceses y los españoles se decidieran a dar su apoyo a los independentistas americanos.
Francia declaró la guerra a Gran Bretaña. Unos meses más tarde, en febrero de 1778, España adoptó la misma decisión. Para franceses y españoles había llegado la hora de vengar la derrota sufrida durante la guerra de los Siete Años. De este modo, la guerra de Independencia norteamericana se extendió por Europa, África y la India.
La internacionalización del conflicto modificó radicalmente el panorama. El Gobierno de Londres se vio obligado a concentrar gran parte de sus fuerzas navales y terrestres en su país, Gibraltar y Menorca para prevenir un ataque franco-español. De este modo, los efectivos británicos en las trece colonias americanas quedaron drásticamente reducidos. Además, en un intento de debilitar a los rebeldes, el Gobierno británico prohibió el comercio de terceros países con las colonias rebeldes, lo que le enemistó con Rusia, Suecia, Dinamarca y Países Bajos. Catalina II de Rusia promovió la creación de la liga de los Neutrales (1781), que obtuvo la adhesión de Suecia, Dinamarca, Prusia, Austria y Portugal; mientras que Países Bajos, que desde hacía un siglo había tenido que ceder el control de los mares al Reino Unido, aprovechó la debilidad de su rival para unirse a la coalición antibritánica en 1780. El Reino Unido perdió así el control sobre las comunicaciones marítimas, lo que significaba que tenía perdida la guerra en América del Norte, donde además debía enfrentarse a la intervención del ejército regular francés al lado de los independentistas.
Las tropas británicas de Cornwallis capitularon, el 19 de octubre de 1781 en Yorktown (Virginia), ante el avance de las fuerzas franconorteamericanas, lo que supuso el final de la guerra de la Independencia. George Washington aceptando la rendición de las tropas británicas en Yorktown (1781), de John Trumbull (Galería de Arte de la Universidad de Yale, New Haven, Estados Unidos).
Los británicos se vieron obligados a refugiarse en el puerto de Yorktown, estratégicamente situado en una península de la bahía de Chesapeake, desde donde podrían recibir el apoyo de la Royal Navy. Pero la intervención del ejército y de la marina de Francia y España, que sitiaron a los británicos en Yorktown, forzó la rendición de éstos el 19 de octubre de 1781. La batalla de Yorktown resultó decisiva porque demostró que los británicos podían ser derrotados. Y, a partir de aquel momento, el tiempo corría a favor de los independentistas.
En 1782, los británicos, conscientes de la imposibilidad de derrotar a los independentistas y deseosos de establecer en el más breve plazo posible unas relaciones privilegiadas con los territorios que se veían obligados a abandonar, firmaron unos preliminares de paz con los independentistas. La guerra en los océanos con Francia, España y Países Bajos aún se prolongaría durante casi un año más. El 30 de noviembre de 1782, Gran Brataña reconoció la plena independencia de Estados Unidos, que además consiguió el desplazamiento de su frontera occidental hasta el río Mississippi.
El tratado de paz de Versalles, suscrito por Gran Bretaña, España, Francia y Países Bajos, no se firmó hasta el 3 de septiembre de 1783. Menorca y Florida volvieron a soberanía española; y Francia recuperó algunas islas caribeñas y Senegal.
La construcción de una nación
Al finalizar la guerra de Independencia, cada una de las antiguas colonias británicas se había convertido en un estado dotado con su propia constitución. Tras algunas dificultades de coordinación entre los estados federados, Washington lideró el proyecto de dotar a las Trece Colonias de una constitución unitaria. Así, la convención de Filadelfia (1787) redactó una Constitución federal que entró en vigor en marzo de 1789. Esta Constitución estaba inspirada en los principios filosóficos de John Locke y en el concepto de separación de poderes elaborado por Montesquieu.
La Constitución de los Estados Unidos, redactada en 1787 por cincuenta delegados bajo la presidencia de George Washington, proporcionó un poder central estable a los trece estados recién constituidos tras la Declaración de Independencia de 1776.
Washington, elegido primer presidente de Estados Unidos en 1788, fue reelegido en 1792. Su prestigio personal le permitió constituir un gabinete de gobierno (que la Constitución no había previsto) y desarrollar una política ejecutiva que seguía estrictamente las directrices del Congreso. De este modo, se estableció una clara división de poderes entre el ejecutivo y el legislativo, que constituyó desde el inicio de la historia del país la base de la democracia estadounidense.
La independencia de Estados Unidos tuvo una enorme trascendencia en la historia mundial. Por una parte, la Constitución estadounidense ejerció una notable influencia sobre la revolución francesa y sobre las restantes revoluciones liberales. Por otra, los principios democráticos y federales sobre los cuales se fundó el nuevo estado permitieron posteriormente la inclusión en Estados Unidos, en general sin conflictos importantes, de los nuevos territorios que los colonos fueron ocupando en las regiones interiores y occidentales de América del Norte. Se fraguó así una potencia internacional que alcanzaría pronto la hegemonía en todo el continente americano y, a partir de la segunda mitad del s. XX, en todo el mundo.

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