Monday, February 26, 2018

El nazismo


Una doctrina y una organización totalitarias
El nacionalsocialismo o nazismo fue una doctrina política y una organización totalitaria impuesta en Alemania entre 1933 y 1945 por Adolf Hitler, líder del partido nazi.
La llegada al poder del partido de Hitler en 1933 se explica a partir de las consecuencias que comportó para Alemania la I Guerra Mundial. Ésta había dejado a la nueva democracia alemana (la República de Weimar) en una situación de debilidad, lastrada por la aceptación del tratado de Versalles y el costoso pago de las reparaciones de guerra.
La inestabilidad política de la República de Weimar, la crisis económica y el peso de las condiciones impuestas a Alemania por el tratado de Versalles fueron el caldo de cultivo de la victoria electoral del nazismo en 1933. Retrato de Hitler en un cartel de propaganda.
El Estado nazi alemán se denominó Tercer Reich, con la intención de marcar una continuidad histórica con los dos períodos imperiales de la historia alemana: el Primer Reich o Sacro Imperio romano germánico (desaparecido en 1806), y el Segundo Reich o Imperio alemán (1871-1918). La base del gobierno del Tercer Reich era la concentración del poder en Adolf Hitler, quien se convirtió en legislador único, jefe del Estado y del Gobierno y máxima instancia judicial del país. La política exterior agresiva y militarista del nazismo condujo al mundo a la II Guerra Mundial.
La doctrina nacionalsocialista
Las características ideológicas del nazismo alemán hincan sus raíces en diversas corrientes de pensamiento del s. XIX, como la psicología de masas de Gustave Lebon, la filosofía de Bergson (para quien la intuición era la forma básica de conocimiento), el relativismo, el existencialismo de Heidegger, el esoterismo alemán, el vitalismo (o desprecio del intelecto), la apología de la violencia y las concepciones sobre el estado inspiradas en una interpretación sesgada de las obras de Maquiavelo, Hegel, Fichte, Schopenhauer y Nietzsche. Estas teorías coincidían en poner en entredicho las ideas ilustradas del s. XVIII sobre el predominio de la razón. El nazismo desconfiaba de ésta y exaltaba los sentimientos, en especial el uso de la fuerza para imponer los propios criterios, la obediencia ciega a los dirigentes del partido y, en especial, al líder carismático del país (Hitler, denominado Führer, guía o jefe supremo).
• Oposición a las ideas igualitarias
El nazismo suponía, asimismo, una reacción contra las ideas igualitarias desarrolladas por las dos ideologías básicas de la historia contemporánea de Europa: el liberalismo y el socialismo. Los nazis defendían una concepción antiigualitaria de la sociedad, cuyo eje vertebrador no era el individuo sino la elite dirigente, representada por el partido único y el estado totalitario. La propaganda nazi y las grandes movilizaciones de masas organizadas por el partido subrayaban el predominio de la masa sobre el individuo, cuya voluntad debería plegarse ciegamente a la del partido y a la del líder supremo. El nazismo significaba también una reacción contra el movimiento obrero y el socialismo frente a los sindicatos obreros, el nacionalsocialmo propugnaba la creación de sindicatos corporativos.
• El mito ario y el antisemitismo
El mito ario era producto de la ideología racista del nazismo, que proclamaba la superioridad innata de la raza aria sobre el resto de la humanidad (dentro de la raza aria se incluían, además de los alemanes, los otros pueblos germánicos, como británicos, neerlandeses y escandinavos). El pacto de Versalles era, para los nazis, un ejemplo extremo del peligro externo que amenazaba constantemente al pueblo alemán.
Tras la llegada al poder en 1933, Hitler promulgó una serie de leyes restrictivas de los derechos de los no arios, entre las cuales el boicot a los comercios regentados por judíos, que fueron marcados con la palabra "Jude" (Judío).
El peligro interno para Alemania estaba representado básicamente por los judíos. El odio a los judíos en Alemania hincaba sus raíces en la historia medieval y moderna de Europa. Durante la segunda mitad del s. XIX aumentó la hostilidad hacia los hebreos, aunque en Alemania el antisemitismo adquirió una nueva fisonomía. La animadversión tradicional a los judíos se había basado en su carácter de grupo religioso diferenciado del cristianismo, mientras que en la Alemania del s. XIX el antisemitismo se basó cada vez más en la consideración de los judíos como un grupo racial ajeno a la mayoría aria. Por ello, el nazismo clasificó como judíos a cualquier persona descendiente de judíos, independientemente de cuál fuera su confesión religiosa (numerosos judíos alemanes se habían convertido al cristianismo). El antisemitismo se fundamentaba, asimismo, en las teorías de Joseph Arthur Gobineau o Houston Stewart Chamberlain, y en las acusaciones de supuestas conjuras internacionales protagonizadas por los judíos. De forma particular, éstas se basaban en los Protocolos de los Sabios de Sión (Die Protokolle der Weisen von Zion), unos pretendidos documentos secretos acordados por los máximos dirigentes hebreos.
• El pangermanismo
Por otro lado, el nacionalsocialismo se basó en la idea de considerar fundamental para el porvenir de Alemania la conquista de un espacio vital (en alemán, Lebensraum) en Europa; ello implicaba la expansión territorial del país mediante la anexión de los territorios de otros estados donde hubiera población germanohablante y, en general, de los países situados al este de Alemania, habitados por los pueblos eslavos, considerados de raza inferior. El pangermanismo aspiraba a establecer una unión política de todos los pueblos de origen germánico para conseguir la formación de la Gran Alemania.
Adolf Hitler y el partido nazi
El partido nazi fue en su origen una pequeña formación de extrema derecha, racista e hipernacionalista, nacida en la inmediata posguerra. La fuerte personalidad de su líder, Adolf Hitler, y la negativa situación de Alemania durante los años 1920 permitieron su ascenso paulatino hasta la ocupación legal del poder en 1933.
• La formación del partido
Adolf Hitler (1889-1945) había nacido en Braunau, ciudad austriaca situada a orillas del Inn, en el seno de una familia modesta (su padre era funcionario de aduanas y su madre era empleada de hogar). Tras abandonar los estudios secundarios, se trasladó en 1908 a Viena. Entre 1907 y 1913 subsistió con dificultades en la capital imperial, gracias a una pensión como huérfano de funcionario y a la venta callejera de sus propias acuarelas y dibujos. Durante esta época, a través de lecturas dispersas de ideología racista, se fue forjando en él una profunda ideología antisemita y populista.
Hitler (derecha) con otros soldados en la Primera Guerra Mundial
Al estallar la I Guerra Mundial, se presentó como voluntario en el ejército alemán, en el que alcanzó la categoría de cabo. La derrota alemana y su propia frustración personal (en 1918, a los 29 años, era un ex combatiente sin estudios ni profesión) alimentaron un fuerte resentimiento y un espíritu de venganza hacia quienes consideraba enemigos naturales del pueblo alemán, en especial hacia los judíos y los sindicatos y grupos políticos de izquierda (socialistas y comunistas).
En 1919 se unió al Partido Obrero Alemán (Deutsche Arbeiterpartei, DAP) de Anton Drexler, uno de los numerosos y pequeños grupos de extrema derecha, de ideología racista e hipernacionalista, que se habían creado en Alemania (y en otros países de Europa) tras finalizar la I Guerra Mundial. Desde 1920, tras fusionarse con otros partidos nacionalistas, el DAP pasó a denominarse Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei, NSDAP). Ya en esta fecha Hitler era su jefe indiscutido. Dotado de innegables dotes políticas, en especial una gran capacidad oratoria, Hitler convirtió al NSDAP, un pequeño grupúsculo sin influencia, en la principal formación de extrema derecha del país.
El partido nazi actuaba en una Alemania traumatizada por la derrota, cuya población se aferraba a cualquier movimiento extremista, tanto de derechas como de izquierdas (la victoria bolchevique en la revolución rusa fomentó el culto a la violencia también en la tendencia más radical del socialismo, de la que surgieron los primeros grupos comunistas). El programa del partido estaba destinado a las clases medias, pequeños comerciantes, agricultores, jubilados y obreros. Hitler lo sintetizó en 25 puntos, entre los que destacaban los aspectos siguientes: la oposición a las condiciones del tratado de Versalles y la intención de conseguir su derogación; la exaltación romántico-nacionalista y el pangermanismo; el militarismo y la necesidad del rearme; el racismo antisemita; la teoría del espacio vital; el antiparlamentarismo; el corporativismo; y la formación de un estado centralista, aboliendo la estructura federal de la República de Weimar. Para atraer a los sectores más humildes de la población, el programa del NSDAP incluía también algunas formulaciones de carácter socialista, como la participación de los obreros en los beneficios empresariales, la nacionalización de las grandes empresas, el reparto de los beneficios de la gran industria, una reforma agrícola radical y la intervención del Estado en la economía. El NSDAP disponía de un órgano de prensa, el Völkischer Beobachter (El observador del Pueblo, 1920) y de fuerzas paramilitares uniformadas conocidas como los "camisas pardas" que dirigía Ernst Röhm. Frecuentemente se enfrentaban a grupos de izquierda en huelgas y protestas sindicales. Ello le valió al partido nazi la protección y el apoyo financiero de determinadas organizaciones empresariales.
• El fracaso de la vía violenta al poder
En noviembre de 1923 Hitler organizó en Munich un frustrado golpe de estado contra el gobierno de Berlín, al no conseguir el apoyo del gobierno regional y de la policía de Baviera pese a que éste era el estado alemán en el que la extrema derecha tenía mayor influencia.
El entonces líder del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, Adolf Hitler, con los participantes en el pustch de Munich de 1923, un fallido golpe de estado que llevó a Hitler a la cárcel, donde escribió Mi lucha.
Tras el fracaso del golpe, el Partido Nacionalsocialista fue prohibido. Adolf Hitler, presidente del partido, fue condenado a cinco años de cárcel, de los cuales sólo cumplió uno. Entendió que debía cambiar de estrategia si quería llegar al poder en Alemania. Su objetivo, a partir de entonces, fue elaborar una estrategia política que le permitiera acceder al poder legalmente.
Durante su encarcelamiento Hitler condensó sus objetivos políticos e ideas extremistas en el libro Mi lucha (en alemán, Mein Kampf). En esta obra expuso claramente sus planes para el futuro de Alemania y sus ambiciones territoriales en el este e incluso hacía referencia explícita a la "solución final para el problema judío", es decir, el exterminio.
• La llegada al poder del partido nazi
Entre 1924 y 1929 la coyuntura económica en la República de Weimar era positiva y el partido de Hitler apenas tenía militancia. Pero la situación negativa generada por la crisis económica de 1929 (quiebra de bancos, cierre de empresas, paro) provocó un rápido aumento del apoyo social hacia el NSDAP. Desde entonces el ascenso del nazismo fue imparable, en especial entre las clases altas y medias urbanas, y en el campesinado.
En 1932 el mercado de trabajo se encontraba en una situación alarmante. Alemania contaba con 6 millones de parados. Ningún país sufrió tanto con la crisis económica como Alemania, donde el pago de las reparaciones de guerra, consideradas como injustas y humillantes por la opinión pública, suponía una dificultad adicional para la reconstrucción económica del país.
Hitler supo aglutinar en sus filas no sólo a los movimientos de ultraderecha sino también a la burguesía y a la aristocracia alemana, que, ante el ejemplo reciente de la revolución rusa veía en el nacionalsocialismo una garantía contra una posible revolución comunista. Los grandes industriales fueron el principal sustento económico de Hitler.
Hitler y Hindenburg (agosto de 1933)
A principios de 1932 Hitler perdió las elecciones presidenciales ante el mariscal Hindenburg. Sin embargo, en julio del mismo año el NSDAP se convirtió en el partido más votado, con más de 13 millones de sufragios y 230 diputados en las elecciones generales. A pesar de ello, Hindenburg se negó a nombrar a Hitler como canciller. En las nuevas elecciones generales de noviembre del mismo año, el partido nazi consiguió 196 diputados, frente a 100 de los comunistas. El 30 de enero de 1933, gracias a la presión ejercida por los grandes terratenientes e industriales, Adolf Hitler fue nombrado nuevo canciller del Reich.
La Alemania nazi
Inmediatamente después de acceder al poder, Hitler comenzó un rápido desmantelamiento del régimen democrático. Convocó nuevas elecciones generales para marzo de 1933, en las que el partido nazi sólo consiguió un 43 % de los votos, a pesar de la persecución que habían sufrido los partidos de izquierda durante la campaña electoral y en la que influyó el que los nazis responsabilizaban a los comunistas del incendio del Reichstag, la sede del parlamento alemán, en febrero de 1933. El Partido Comunista Alemán fue declarado ilegal y el Parlamento concedió poderes excepcionales a Hitler por un período de cuatro años, con la única oposición de los socialistas.
En pocos meses se implantó un régimen dictatorial de partido único, sometido a la autoridad indiscutible de Hitler. Las autoridades de los estados y de los ayuntamientos quedaron bajo control directo del gobierno del Reich, se prohibieron los sindicatos libres y los partidos políticos tuvieron que disolverse. Hitler concentró todos los poderes, en especial en 1934, cuando tras la muerte de Hindenburg, acumuló las funciones de canciller y presidente de la República, y se autoproclamó Führer.
• El control de la sociedad: el totalitarismo
La sociedad alemana fue sometida a un proceso de encuadramiento forzado a través de las múltiples organizaciones del partido nazi. Un gigantesco aparato de propaganda, que tenía como objetivos básicos la exaltación de la raza aria y el culto al Führer, sometió a la población a un control absoluto. Por otro lado, todas las manifestaciones culturales fueron adaptadas a los postulados del nazismo.
La propaganda nacionalsocialista ideó los congresos anuales del partido caracterizados por las espectaculares escenografías, los majestuosos desfiles marciales, la exaltación patriótica y el exacerbado culto al Führer. Asamblea nazi, celebrada en el estadio Zeppelin de Nuremberg, Alemania (1937).
A través del sistema educativo y del ocio, la juventud fue uno de los sectores de la sociedad que más recibió el adoctrinamiento del nacionalsocialismo. Los docentes fueron obligados a afiliarse a la Sociedad de Maestros Nacionalsocialistas, los libros de texto fueron redactados desde una óptica nazi, la historia y las ciencias naturales fueron reformuladas y se introdujo la enseñanza de las llamadas ciencias racistas. Por otro lado, las Juventudes Hitlerianas sustituyeron a todo el movimiento juvenil –deportivo y cultural– de la época prenazi.
Las organizaciones policiales del partido nacionalsocialista encargadas del control de la población fueron las SS y las SA. El jefe de las SS era Himmler, quien también estaba al mando de la jefatura de la policía secreta, la GESTAPO.
• La persecución de los judíos
Ya en 1933 comenzó la práctica de alojar en campos de concentración a los presos políticos (en especial, comunistas y socialistas) y a los detenidos por motivos raciales. En 1933 más de 2.000 profesores universitarios judíos habían sido expulsados de sus puestos. En los años sucesivos se prohibió el ejercicio profesional a abogados, médicos y farmacéuticos judíos, y se les impidió toda participación en la vida económica.
En 1935 los judíos perdieron la ciudadanía alemana y fueron prohibidos los matrimonios entre judíos y arios. El 10 de noviembre de 1938 tuvo lugar la Noche de los Cristales Rotos, un ataque masivo contra los judíos alemanes llevado a cabo por grupos nazis. Se incendiaron 267 sinagogas, se destrozaron 7.500 tiendas y miles de judíos fueron maltratados. Los nazis enviaron a 30.000 judíos a campos de concentración y asesinaron a un número no determinado de personas.
Destinados inicialmente a los judíos, los campos de concentración nazis fueron el destino final de otros colectivos, como gitanos, testigos de Jehová, homosexuales y prisioneros de guerra. Interior de un barracón de Auschwitz, Alemania.
Entre 1936 y 1941 los campos de concentración tenían como propósito básico la explotación económica de los presos y su exterminio mediante trabajos forzados. Entre 1942 y 1945 los presos fueron enviados principalmente a fábricas de armamento, junto a las cuales se construyeron numerosos campos. Además de los judíos, fueron internados delincuentes habituales, testigos de Jehová, homosexuales y gitanos, y, tras el estallido de la guerra, también los prisioneros de guerra (en especial, polacos y rusos), los republicanos españoles en el exilio, algunos católicos, etc.
El Holocausto, denominación que recibió el exterminio de los judíos europeos por parte de las SS, fue el intento de "solución final" al que condujo finalmente el antisemitismo nazi.
• La represión de los disidentes
Bajo el régimen nacionalsocialista, la prensa, la radio y el cine fueron enteramente sometidos al control del Ministerio de Instrucción Pública y de Propaganda, presidido por Joseph Goebbels (1897-1945), verdadero cerebro gris del Tercer Reich. Según el dirigente nazi, "una mentira repetida cien veces se transforma en verdad"; de ahí su insistencia en el uso de la publicidad y de la simbología nazi (las insignias, el saludo romano –el brazo derecho en alto con la mano extendida–, las banderas, la cruz gamada, los himnos y los gritos y eslóganes rituales).
La propaganda nazi utilizaba la prensa escrita y, muy especialmente, la radio y el cine. Los Juegos Olímpicos de Berlín (1936) tenían como objetivo mostrar al mundo entero la superioridad de la raza aria.
Durante el Tercer Reich, las letras y las artes fueron sometidas a un férreo control y a una purga inquisitorial. Las bibliotecas fueron expurgadas y los libros considerados perniciosos fueron quemados en gigantescas hogueras. El 10 de mayo de 1933 tuvo lugar en Berlín la primera quema de libros. Se destruyeron más de 20.000, incluyendo obras de Thomas Mann, Stefan Zweig, Erich Maria Remarque, Albert Einstein, Jack London, Upton Sinclair, H.G. Wells, Sigmund Freud, André Gide y Émile Zola.
La situación de la Iglesia católica alemana pasó de un pacto de coexistencia inicial, gracias a la firma del concordato de julio de 1933, a un progresivo deterioro. La persecución de sacerdotes y la supresión de organizaciones y publicaciones católicas provocaron un creciente distanciamiento con el régimen. La Iglesia protestante, que inicialmente había apoyado al nazismo, fue objeto de un plan de reorganización y encuadramiento por parte del régimen. Ante ello, en el seno de la Iglesia protestante surgió un movimiento minoritario de resistencia, dirigido por el pastor Martin Niemöller, quien fue confinado en un campo de concentración en 1937. Al año siguiente la mayoría del clero protestante cumplió la orden de prestar juramento personal de fidelidad a Hitler.
• La política económica del nazismo
De 1933 a 1939 Alemania experimentó un rápido crecimiento económico gracias a dos causas fundamentales: la reducción de los salarios de los trabajadores y la creación de una fuerte industria de armamento y de un ejército moderno y potente.
Los apartados del programa económico del NSDAP favorables a la clase trabajadora nunca fueron aplicados por el régimen nazi. Al contrario, éste apoyó exclusivamente los intereses de los grandes industriales alemanes, que habían financiado con generosidad el crecimiento de la organización. Los salarios reales fueron reducidos para aumentar los beneficios de los empresarios con el argumento de que éstos incrementarían sus inversiones. Tras la prohibición de los sindicatos, los trabajadores no disponían de organizaciones que defendieran sus intereses laborales y la reducción del paro fue a costa del empeoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores.
Hitler en una concentración nazi (Bückeberg, 1934)
El Estado realizó grandes obras públicas y estimuló la industria de armamento, pero el déficit y la deuda pública aumentaron de forma incontrolada, lo cual comportó la suspensión de la convertibilidad de la moneda. Así, Alemania no podía comprar prácticamente nada en otros países, ya que no podía pagar las importaciones. En el aspecto económico el país quedó prácticamente aislado del exterior.
En definitiva, las bases de la recuperación de Alemania no permitían la continuidad del crecimiento económico, ya que éste no se había realizado mediante un desarrollo de los sectores productivos. Para el nazismo, a partir de 1939, la guerra y la expoliación de los países ocupados no eran sólo decisiones políticas sino una necesidad económica, es decir, una huida hacia delante para escapar de los errores de la política económica que habían seguido de 1933 a 1939.
• El expansionismo nazi y el estallido de la II Guerra Mundial
Japón e Italia fueron los principales aliados del Tercer Reich. El llamado eje Berlín-Roma-Tokyo fue consolidándose en diferentes fases con el progresivo acercamiento a Mussolini que propició el apoyo de Hitler a la ocupación militar de Abisinia (actual Etiopía) por parte de Italia en 1935. La unión entre ambos países se vió fortalecida por el apoyo concedido al levantamiento militar acaudillado por Franco, Mola y Sanjurjo contra el gobierno democrático de España en 1936. Por último, en noviembre del mismo año Alemania firmó un pacto bilateral anticomunista con Japón, al que se adhirió Italia en 1937.
A partir de marzo de 1938, comenzó la expansión del Tercer Reich cuando Hitler anexionó Austria a Alemania. En octubre del mismo año, ocupó la región checa de los Sudetes, con el argumento de estar habitada por germanohablantes. Un año después, en marzo de 1939, creó el Protectorado alemán de Bohemia y Moravia en el territorio restante de Checoslovaquia.
Finalmente, tras firmar el pacto de Acero con Mussolini (marzo 1939) y un pacto de no agresión con la Unión Soviética (agosto 1939), Hitler invadió Polonia el 1 de septiembre de 1939. La invasión y su rechazo por parte del resto de potencias internacionales marcaron el inicio de la II Guerra Mundial.

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