Friday, February 23, 2018

Los fenicios


El origen de los fenicios
Los fenicios fueron el resultado del prolongado mestizaje iniciado a partir del año 3000 a.C. entre los indígenas que habitaban en el actual litoral sirio-libanés y los pueblos de origen semita.
La antigua Fenicia ocupaba un territorio de aproximadamente unos 320 km de longitud y entre 8 y 25 km de ancho. Este país se circunscribía al norte por el río Eleutero (actual Nahr al-Kebir), al este por la cordillera del Libano, al sur por el monte Carmelo y al oeste por el mar Mediterráneo.
Aunque sus habitantes tuvieron una civilización homogénea y se consideraban una única nación, Fenicia no fue un estado unificado sino un grupo de ciudades-estado, una de las cuales dominaba sobre las demás. Las cinco más importantes de la Fenicia oriental eran: Arados, Biblos, Sidón (Saida), Berito (Beirut) y Tiro.
• Una mezcla cultural
Los griegos llamaron fenicios a los habitantes de esa franja costera. El nombre proviene de la palabra griega phoinikes, que significa "rojo" o "púrpura" y parece estar relacionado con una de las principales actividades fenicias: el teñido en púrpura de las telas. Sin embargo, el término fenicio aparece también en otras lenguas del Próximo Oriente.
Debido a la abrupta orografía del país, lo que dificultaba el desarrollo de la agricultura, el pueblo fenicio basó su economía en el comercio marítimo. Detalle de un bajorrelieve (s. VII a.C.) de un sarcófago, con la representación de un mercante fenicio (Museo Arqueológico, Beirut, Líbano).
Los distintos pueblos que atravesaron los territorios costeros durante el II milenio a.C., como los egipcios o los hurritas, influyeron de forma notable en el desarrollo de la civilización fenicia. De hecho, aunque el proceso de urbanización había alcanzado la costa mediterránea en el III milenio a.C., no se puede hablar propiamente de fenicios hasta el II milenio a.C.
Historia
Desde la segunda mitad del II milenio a.C., los fenicios vivían en ciudades costeras entre las que había muy pocos vínculos, y en ningún momento de su historia llegaron a agruparse para formar un estado fenicio; además, eran ciudades que rivalizaban entre sí, fundamentalmente por el comercio. La importancia de los puertos fenicios llegó a ser tan grande que despertó las pretensiones anexionistas de los imperios circundantes, el asirio, el egipcio y el babilónico.
• La hegemonía de las ciudades
Cada ciudad constituía un pequeño estado independiente; por tanto, la historia de Fenicia viene determinada por la supremacía que ejercieron sucesivamente las tres ciudades más importantes: Biblos, Sidón y Tiro.
La hegemonía de Biblos duró hasta el s. XVIII a.C. Hay poca documentación de este período, pero se sabe que la gran importancia de esta ciudad se debió al comercio de las maderas de cedro del Líbano que mantenían los príncipes de Biblos con los faraones egipcios.
Sidón tuvo cinco siglos de hegemonía, del s. XVIII al XII a.C., ya que continuó y desarrolló el comercio de cedro con los egipcios cuando éstos dominaban Asia anterior. Sin embargo, su hegemonía se acabó en 1209 a.C. cuando la ciudad fue saqueada y destruida por los filisteos y después por los asirios.
Las excavaciones arqueológicas realizadas en Biblos atestiguan que en su territorio se desarrolló, a partir del IV milenio a.C., un importante asentamiento. Vasijas de arcilla unidas por un asa en forma de cabeza de carnero, pieza de finales del IV milenio a.C. procedente de la antigua Biblos (Museo Arqueológico, Beirut, Líbano).

Tiro fue una ciudad especial ya que estaba dividida en dos: una parte continental y otra, muy fortificada, en una isla un kilómetro mar adentro, lo que la hacía una ciudad prácticamente inexpugnable; a pesar de los ataques y sitios que sufrió por parte de los poderosos imperios vecinos jamás fue conquistada, excepto por Alejandro Magno (332 a.C.) después de siete meses de asedio. Su hegemonía también fue de cinco siglos, del s. XIII al VIII a.C. Al caer Sidón en manos de los filisteos (1209 a.C.), la nobleza de esta ciudad se refugió en Tiro. Bajo la hegemonía de Tiro las ciudades fenicias formaron una confederación, aunque, como ya se ha dicho más arriba, no llegaron a formar un verdadero estado.
• Las invasiones
Al principio de su historia, los fenicios tuvieron una fuerte influencia de las culturas sumeria y acadia, hasta que hacia el 1800 a.C. los egipcios invadieron y controlaron Fenicia.
La influencia de Egipto en la zona era tan fuerte que en el s. XIV a.C. las ciudades fenicias eran gobernadas por príncipes locales controlados por gobernadores egipcios. Los faraones egipcios del Imperio Nuevo se lanzaron a una política de conquistas que los llevó a ampliar sus fronteras, en la costa mediterránea ocuparon Libia, el Sinaí, Palestina y Siria; Tutmosis III (dinastía XVIII) llevó sus tropas hasta las orillas del Éufrates, en Siria (1450 a.C.), y en toda esta zona crearon una serie de estados vasallos. En el s. XII a.C., debido a los invasores de origen incierto conocidos como pueblos del mar, que a duras penas fueron contenidos en el delta del Nilo por los egipcios, y a las dificultades internas del Imperio, Egipto dejó de ser una primera potencia y se acabó su influencia en Siria, lo que conllevó la autonomía de las ciudades fenicias (1100 a.C.). Aprovechando esta crisis los fenicios conocieron un momento de esplendor.
Las invasiones asirias
Durante el s. VIII a.C., las ciudades fenicias fueron conquistadas por Asiria. Assurnasirpal II, en el 875 a.C., realizó una expedición a Fenicia y sometió las ciudades de Tiro, Sidón, Biblos y Arados a tributo. En este momento, la política del Imperio asirio con los estados vencidos era que éstos pagaran impuestos a cambio de que no se les suprimiera la autonomía. Con Salmanasar III (858-824 a.C.), las expediciones asirias a Fenicia se multiplicaron. En el 732 a.C., Tiglatpileser III devastó Israel y Fenicia, y así creó las condiciones para consolidar la hegemonía de Asiria en todos los territorios del viejo Imperio; asimismo sometió a tributo Tiro y Biblos.
Puerta de entrada a la necrópolis romana de Tiro (Líbano). La antigua ciudad fenicia de Tiro, fundada en el III milenio a.C., fue la principal puerta de salida de los productos de Oriente Medio. Fue una de las ciudades más prósperas, y mantuvo una gran importancia en las rutas comerciales mediterráneas.
El rey de Tiro, Elulaios, se alió con la coalición siria contra Asiria; después de derrotar a la coalición, Senaquerib, como represalia, conquistó Fenicia (701 a.C.), excepto Tiro, aunque finalmente esta ciudad tuvo que aceptar un gobernador asirio, y así, de manera definitiva, Fenicia quedó dividida en provincias asirias. Más adelante, Sidón se rebeló contra Asiria, pero esta vez el Imperio contó con Tiro como aliada.
Asaradón (680-669) conquistó parte de Egipto, desde el delta hasta Menfis, con lo que se acabó el apoyo que daban los egipcios a la resistencia palestina y fenicia frente al Imperio asirio. En el 645 a.C., Assurbanipal sometió los territorios de Siria, Fenicia y a los pueblos árabes.
Las invasiones neobabilónicas
A finales del s. VII a.C. cayó el Imperio asirio; los importantes desórdenes internos y las invasiones escitas lo fueron debilitando hasta que no pudo hacer frente a la alianza de los caldeos con los medas, que, bajo el liderazgo del caudillo caldeo Nabopolasar de Babilonia y del rey Ciaxares de Media (medo), invadieron el territorio asirio y destruyeron todas sus ciudades, con el consiguiente exterminio de sus habitantes y la devastación del país. De esta manera, Babilonia se hizo independiente y se originó el poderoso Imperio caldeo o neobabilónico.
La caída de Asiria facilitó que las ciudades fenicias se independizaran; pero Nabopolasar se proclamó sucesivamente gobernador de Elam, Mesopotamia occidental, Siria y Palestina (625-605 a.C.). A la muerte de Nabopolasar, Egipto, Judá y Fenicia se aliaron contra su sucesor, Nabucodonosor II, aunque no consiguieron implicar a los filisteos, Edom y Moab, que permanecieron neutrales. En el 586 a.C., Nabucodonosor conquistó las ciudades fenicias y las integró en el Imperio neobabilónico, excepto Tiro, que no sería conquistada. En el 573 a.C., tras trece años de asedio (585-573 a.C.), Nabucodonosor levantó el sitio de Tiro sin haber conquistado ni castigado la ciudad; no obstante, Tiro tuvo que pagar un alto tributo a Nabucodonosor.
Las invasiones persas
En el 539 a.C., el rey Nabonides de Babilonia fue destronado por la casta de Marduk en connivencia con los persas. Su hijo Baltasar asumió la regencia, pero fue asesinado y Ciro II de Persia conquistó Babilonia. Fenicia pasó a formar parte del Imperio persa. Ciro dominó Asia Menor, Mesopotamia, Fenicia, Armenia, Elam y la meseta de Irán. La ciudad principal con los persas fue Sidón. Con Darío I, Fenicia quedó dividida en reinos vasallos de Persia; las ciudades fenicias formaron concretamente la quinta satrapía persa. Las satrapías eran provincias que estaban bajo un gobernador (sátrapa), con ello Darío I intentó dar unidad al Imperio y mantener, al mismo tiempo, las características de cada pueblo dominado.
El arte fenicio puede considerarse como el resultado de la asimilación de muchas influencias artísticas. Las piezas de orfebrería que formaban parte de los ajuares funerarios presentan una estrecha relación con la orfebrería egipcia. Pectoral del rey Ip Chemu Abi (s. XIX a.C.), en oro repujado, con la representación de un halcón (Museo del Louvre, París, Francia).
Los persas utilizaron la flota fenicia contra los griegos. En la famosa batalla naval de Salamina (480 a.C.) –isla griega cerca de Atenas–, la flota persa de Jerjes estaba formada mayoritariamente por naves fenicias, principalmente de Sidón, por lo que se podría decir que la batalla de Salamina fue entre griegos y fenicios, aunque también había naves egipcias, jonias y chipriotas. La angostura de los estrechos que rodean la isla de Salamina y la separan de otras islas y de la costa griega favoreció la maniobrabilidad de los ligeros barcos griegos frente a los fenicios, más pesados y lentos; contra todo pronóstico, la flota persa-fenicia fue destrozada por la griega, lo que representó la pérdida de 200 naves. Como represalia, Jerjes mandó ejecutar a varios capitanes fenicios, a los que acusó de supuesta cobardía. Este hecho motivó que el resto de fenicios y egipcios se retiraran de la alianza.
Alejandro Magno
En el 333 a.C., Alejandro Magno conquistó Asia Menor y les infligió una derrota a los persas. A excepción de Tiro se rindieron a Alejandro las ciudades fenicias de Sidón, Arados y Biblos.
En el 332 a.C., Alejandro sitió la ciudad de Tiro con una flota de 160 naves; este sitio duró siete meses. Para llegar a la ciudad, sus ingenieros construyeron, utilizando madera y roca, una explanada-dique de un kilómetro de longitud; también mandó instalar unos escudos móviles, llamados tortugas, para proteger los trabajos. Pero las ambiciones de Alejandro se veían frustradas por las flechas incendiarias que lanzaban desde los trirremes fenicios. Alejandro reunió una flota procedente de ciudades fenicias sometidas y de Chipre y, finalmente, logró penetrar en uno de los puertos de Tiro con parte de esta flota. Para poder acceder a la ciudad por encima de las murallas, los ingenieros de Alejandro construyeron dos torres móviles de 20 pisos y 50 m de altura cada una con un puente levadizo en la parte frontal, donde iban los arqueros y la artillería ligera. Durante la conquista se produjo el asesinato de 8.000 ciudadanos; además, 30.000 fueron vendidos como esclavos.
Tras la caída de Tiro, los fenicios fueron perdiendo su identidad, hasta ser absorbidos por el reino de los Seléucidas. Las ciudades se fueron helenizando paulatinamente.
Finalmente, en el 64 d.C. desapareció el nombre de Fenicia, pasando dicho territorio a formar parte de la provincia romana de Siria.
Economía comercial
El comercio fenicio apareció por la necesidad de obtener materias primas para su industria manufacturera. Su posición geográfica les permitió a los fenicios controlar las rutas comerciales del antiguo Oriente Medio. En un principio, el comercio estuvo controlado por los soberanos de las ciudades-estado, pero los beneficios económicos indujeron a la formación de sociedades mercantiles. Numerosas fuentes no fenicias, como la Biblia, las obras de Homero o las crónicas egipcias, relatan la importancia de su comercio.
A partir del s. VIII a.C., la demanda de objetos de vidrio aumentó en todo el Mediterráneo y los principales centros de producción fueron las ciudades fenicias. Los objetos más producidos fueron los vasos de vidrio opaco para ungüentos y perfumes, decorados con líneas ondulantes o en zigzag. Ungüentarios del s. IV a.C. procedentes de las excavaciones arqueológicas de Líbano (Colección particular).
Los mercaderes fenicios llegaron hasta las islas Británicas en busca de estaño. Desde Europa occidental llevaban cobre, estaño y plata hasta Babilonia y Egipto. A Grecia e Italia, por ejemplo, transportaban mirra de Arabia, marfil de la India y seda de China. En sus orígenes, el comercio fenicio se basaba en el intercambio y el trueque. Las monedas no se usaron hasta el s. V a.C.; las más antiguas, acuñadas en plata, aparecieron en Tiro.
• Una artesanía especializada
A pesar de la escasez de recursos mineros disponibles en Fenicia, los artesanos desarrollaron una importante industria en la que se trabajaba el marfil, el oro o la plata no sólo para abastecer a las élites ciudadanas, sino también para comerciar en los mercados mediterráneos. El teñido en púrpura de los tejidos, al igual que la manufactura del vidrio, eran monopolios fenicios, en los cuales no tenían competencia alguna en el Mediterráneo. En el s. IX a.C. apareció en Chipre una cerámica fenicia que rivalizó ampliamente con la griega. Si bien en un principio los fenicios copiaron las técnicas y los modelos egipcios y mesopotámicos, con el paso del tiempo incluyeron elementos estéticos de otras culturas hasta llegar a crear una artesanía con estilo propio.
• El desarrollo de una agricultura intensiva
Los fenicios tuvieron que desarrollar una agricultura intensiva debido a la escasez de tierras cultivables. En las pequeñas llanuras aluviales cultivaban cereales, mientras que en las laderas de las colinas concentraban sus viñas y olivos. En las tierras más próximas a la ciudad, en general más fértiles, se hallaban las huertas de hortalizas y plantas aromáticas. Una actividad muy importante era la recolección de múrice (en latín, murex), un molusco utilizado para teñir de color púrpura los tejidos.
Un país volcado al exterior
La expansión comercial y política fenicia alcanzó toda la cuenca mediterránea, pero su fragmentación política en ciudades-estado impidió la formación de un verdadero imperio.
• La estructura social
La jefatura del país estaba en manos de un monarca hereditario cuyo poder se encontraba limitado por un consejo de ancianos, quienes en colaboración con los comerciantes controlaban todos los resortes del poder. Asimismo, el rey asumía el papel de sumo sacerdote, dando a la realeza un carácter divino. Su reducido consejo, formado por dirigentes de las familias más poderosas, podía nombrar a dos magistrados, denominados sufetes. En algunas ciudades, sobre todo en las colonias, donde no existía la figura del monarca, los sufetes detentaban el poder.
En los estratos inferiores estaban las clases populares, formadas no sólo por autóctonos, sino también por emigrantes del ámbito sirio-mesopotámico. Además, el número de esclavos debía ser importante, en particular en los talleres artesanos.
• De las ciudades-estado al dominio del Mediterráneo
Desde el III milenio a.C. se tienen noticias de las relaciones comerciales y políticas entre las ciudades fenicias y Egipto. Más adelante, la falta de unidad política entre las distintas ciudades facilitó su sumisión al faraón. En este período, la ciudad de Biblos ocupó un lugar preeminente en la zona. Durante los ss. XIV y XII a.C., las ciudades fenicias tomaron parte en el conflicto que enfrentó a egipcios e hititas por el control de la región. Una vez rotos los vínculos que los unían a esas potencias, los fenicios sustituyeron al comercio micénico y cretense, desaparecido a consecuencia de las invasiones dorias del s. XII a.C.
Principales colonias fenicias en el Mediterráneo. Durante el I milenio a.C., la actividad marítima y comercial de los fenicios alcanzó su máximo esplendor, con la creación de una red de colonias y factorías a lo largo de las principales rutas comerciales mediterráneas.
Las ciudades fenicias se recuperaron con cierta rapidez del trastorno que produjo la llegada de los invasores de origen incierto conocidos como pueblos del mar. A partir del 1200 a.C. se volcaron hacia el comercio marítimo, lanzándose a la fundación de establecimientos por todo el Mediterráneo. Pero la competencia comercial de griegos y cartagineses y las dominaciones extranjeras –primero, de los asirios; luego, de los persas, y, posteriormente, de Alejandro Magno y sus sucesores– arruinaron su economía. A lo largo de los ss. III y II a.C., las guerras entre los Seléucidas de Siria y los Ptolomeos de Egipto marcaron la historia de Fenicia, hasta que la región, ya helenizada, fue incorporada por los romanos a su provincia de Siria.
• Colonias y factorías
La expansión comercial fenicia se apoyaba sobre dos modelos bien definidos. En primer lugar se encontraban los asentamientos de colonos, como por ejemplo la colonia tiria de Cartago (en el actual Túnez). Con el paso del tiempo, Cartago superó a la propia Tiro y ocupó su posición en el Mediterráneo central y occidental.
Las factorías conformaban el otro modelo de asentamiento. Así, se ocupaba un punto costero, por ejemplo un puerto natural, que servía para comerciar con los indígenas del territorio. Cronológicamente, las primeras fundaciones se establecieron en la isla de Chipre y en las islas del Egeo, sobre todo en Rodas. Más adelante se extendieron por la costa norteafricana, donde fundaron, entre otras colonias y factorías, Leptis Magna, Útica, Cartago e Hippo. La presencia griega en el sur de la península itálica y en la isla de Sicilia los empujó a fundar Panormos (Palermo) y a ocupar Cerdeña y Córcega. En el extremo occidental mediterráneo se encontraban Gadir (Cádiz), Ebusus (Eivissa), Malaca (Málaga) y Tingis (Tánger).
Civilización y arte fenicio
La civilización fenicia, situada en la encrucijada entre Oriente y Occidente, tuvo una notable importancia como transmisor cultural; por ejemplo, fueron ellos los grandes difusores del alfabeto, una evolución de la escritura cuneiforme mesopotámica.
• El alfabeto
Los fenicios comprendieron la utilidad del alfabeto, que les permitía una escritura más cómoda y sencilla que la escritura jeroglífica egipcia. El alfabeto fenicio constaba de 22 signos, que sólo representaban a las consonantes. Los signos se escribían de derecha a izquierda. Las letras tenían un nombre y mantenían un orden regular que obedecía a principios astronómicos y religiosos.
• La religión fenicia
Las creencias religiosas fenicias estaban ligadas a los ciclos estacionales y a las fuerzas de la naturaleza. La divinidad era adorada en lugares altos o en templos y santuarios, en los que se le representaba mediante una piedra (llamada betilo), aunque la representación antropomórfica, por influencias griega y egipcia, fue cada vez más habitual. Aunque cada ciudad tenía sus propias divinidades, existía una tríada común a todos los fenicios, formada por un dios supremo (el rey de la ciudad), llamado Melqart en Tiro; una deidad femenina, la diosa madre Astarté, y su hijo Baal, "el señor". La importancia de cada dios variaba notablemente según la ciudad. El poder sacerdotal era grande, no sólo en el aspecto religioso, sino también en el económico y en el social. La liturgia fenicia conservó ritos singulares como la prostitución sagrada y el sacrificio de niños, en particular de los recién nacidos.
• El arte fenicio
Las principales características del arte originado en las ciudades fenicias se corresponden con lo que cabe esperar de un pueblo viajero, en contacto con las principales culturas de su época, y dedicado al comercio. Destacan su eclecticismo, con influencias egipcias, mesopotámicas y griegas, y su evidente destino comercial. Se conservan pocos monumentos arquitectónicos; uno de los más importantes es la torre sepulcral de Amrit. Es muy probable que el famoso templo de Salomón en Jerusalén fuese construido por arquitectos y artesanos fenicios. Como elemento más importante de la escultura destacan los sarcófagos antropomorfos, que denotan una clara influencia egipcia.
También es interesante la orfebrería fenicia, que incluye, entre otros objetos, vasos o copas elaborados en oro y plata; adornos pectorales realizados con metales preciosos, y anforiscos, pequeños vasos en forma de ánfora hechos de cristal opaco y decorados con una cubierta de líneas multicolores.

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